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quinta-feira, 26 de junho de 2008

Lectura para todos

PARQUES EÓLICOS

Desde hace unos años los parques eólicos se han hecho familiares en muchas zonas de España, generando opiniones de todo tipo por el impacto medioambiental. Los parques eólicos pueden cambiar el aspecto del entorno. ¿Qué opinan aquellos que viven al lado?

La percepción social de la energía eólica preocupa cada vez más. De un lado, fabricantes, promotores y convencidos en general de que sólo de este modo se pueden atajar problemas ambientales como el cambio climático, al tiempo que se explota un recurso autóctono. De otro, conservacionistas y defensores del paisaje, convencidos en este caso de que los aerogeneradores son un peligro, sobre todo por su elevado número. Estos son los argumentos de unos y otros.
Desde hace unos años los parques eólicos se han hecho familiares en muchas zonas de España. Tenían razón quienes hace una década pronosticaban un crecimiento espectacular de esta energía. Entre ellos estaban las organizaciones ecologistas que planteaban la necesidad urgente de cambiar el modelo energético basado en los combustibles fósiles -carbón, petróleo y gas natural- porque el medio ambiente lo acabaría pagando caro. Eran tiempos en los que las centrales térmicas como la de Andorra, en Teruel, visitaban los tribunales acusadas de contaminar a mares. En el caso concreto de Andorra, en perjuicio de los pinares del Maestrazgo. Las emisiones de dióxido de azufre (SO2) causantes de aquellos males se han reducido sensiblemente, pero otro problema global amenaza ahora con mayor riesgo: el cambio climático. Y a menos que los combustibles fósiles vayan pasando a mejor vida, el cambio climático parece que ha venido para quedarse.
En una década, el desarrollo tecnológico experimentado por la energía eólica ha sido de tal calibre que esta fuente está preparada para implantarse de forma importante y producir electricidad sirviéndose de la fuerza del viento. Es energía limpia para los nuevos tiempos, dicen los que esperaban su despegue. Pero ese despegue ha sido recibido con pavor por la gente que ve en la eólica un cúmulo de males. Son, en general, personas con inquietudes por la conservación de la naturaleza. Ecologistas con otra visión de la ecología, distinta de los primeros, que claman para que las aspas de los molinos no acaben ni con las aves ni con los paisajes que todos interiorizamos como algo propio.
Ésta es, en síntesis, la mezcla ideológica que gira en torno a la energía eólica. Y en medio, ayuntamientos, vecinos, fabricantes, promotores, agricultores, propietarios de tierras, montañeros, conservacionistas, ecologistas de distinto pelo. Un mundo lleno de contrastes en el que no faltan despistados que a estas alturas todavía creen que los aerogeneradores emiten radiactividad.
Ni bonitos ni feos los parques eólicos
Los vecinos de los municipios en los que se han instalado parques eólicos están asimismo satisfechos de su implantación. Un 70% los considera beneficiosos, y el 3% perjudiciales. El 62% afirma que el entorno no ha perdido valor paisajístico por dicha implantación, frente al 23% que opina lo contrario. El sondeo refleja por otro lado que entre el 79% y el 91%, según las zonas, considera que el beneficio ambiental de la energía eólica compensa los posibles efectos de los parques eólicos sobre el medio natural.
Y como dato curioso, en la localidad de Higueruela, donde hay nada menos que 243 aerogeneradores instalados, el 23% de la población los considera bonitos, el 22% feos y el 54%, ni bonitos ni feos, lo que pone de manifiesto la subjetividad a la hora de evaluar el impacto visual de estas máquinas. El estudio solo refleja la realidad albaceteña, pero es sin duda ilustrativo.
Miguel Ángel Cuenca es el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Almansa, donde existe un parque eólico en construcción, de EEE, y otros tres en proyecto, dos de Endesa y uno de Unión Fenosa. En Almansa, un pueblo de 25.000 habitantes, somos firmes partidarios de la energía eólica -comenta-. Y eso que los ingresos de un parque no van a salvar, ni mucho menos, las cuentas del Ayuntamiento. Lo que sí hemos hecho es una implantación ordenada, excluyendo zonas que son de interés ecológico, como la sierra del Mugrón. Miguel Ángel cree que se corre el riesgo de que el árbol no nos deje ver el bosque; se quiere acotar a la eólico tanto que al final no pasaría de ser nunca una energía residual. Un día después de hacer estas declaraciones había en Almansa una jornada relacionada con el plan de emergencia de la central nuclear de Cofrentes, situada a unos 46 km. "La gente sabe muy bien qué energía prefiere", concluye.

Autor: Energias Renovables

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